La hora más adecuada para ducharse dependerá mucho de las circunstancias personales de cada uno. También es importante no hacerlo en exceso para no eliminar la barrera protectora de la piel.
Algunos dicen que es mejor tomar una ducha por la mañana. Están los que aseguran que por las noches tiene más beneficios. Bañarse es una de las rutinas que todos debemos cumplir no solo para limpiar el cuerpo, sino también refrescarnos, despejarnos o calentarnos.
Debido a que no hay una única respuesta a la pregunta, en este artículo te explicamos las ventajas de hacerlo en dos momentos puntuales del día.
¿De qué depende a qué hora bañarse?
Podríamos decir que existen variados factores en los cuales basarnos para elegir el momento ideal para darnos un baño. Por ejemplo hacerlo cuando nos ensuciamos, cuando regresamos del trabajo o cuando nos vamos a dormir.
Sin embargo, no prestamos atención a cuestiones muy importantes como son eltipo de piel, a qué nos dedicamos o la época del año.
¡Incluso están los que para evitar dilemas deciden bañarse por la mañana y por la noche! Sobre todo en los casos de quienes sufren mucho el calor o tienen actividades que demandan movimiento.
Es importante destacar que bañarse demasiado elimina las barreras protectoras que hay en la piel, la vuelve más seca y más vulnerable a los ataques de microorganismos (como las bacterias).
El manto lipídico (protector natural de la piel) se altera o se desgasta debido a las duchas indiscriminadas y al uso de jabones inadecuados. Si esto ocurre nos exponemos a ciertas enfermedades como, por ejemplo, dermatitis atópica, alergias o pitiriasis.
Los médicos afirman que un baño al día no es el problema, sino el exceso de duchas o el agua que empleamos (si es más salina, con más cloro, más pura…). Cuando hace calor en verano están permitidos dos baños diarios, siempre y cuando el clima o la situación lo amerite.
¿El agua mejor fría o caliente? Los días con altas temperaturas nos apetece una ducha congelada y cuando llega el invierno elegimos el agua casi hirviendo. Si bien nunca los extremos son buenos, es preferible el frío antes que el calor. Mejor aún si la usamos tibia en cualquier momento del año.
La teoría indica que quien más se baña más se enferma. Incluso algunos médicos desaconsejan la ducha todos los días. La frecuencia ideal para bañarnos es un tema para debatir (y probablemente merezca un artículo aparte).
Asociamos baño con higiene y con asepsia. Pero también con relajación, liberación de tensiones y “despertador”. Por lo tanto, es un poco complicado modificar nuestros hábitos si ya sabemos que la ducha nos sirve para espabilarnos o para dormir mejor por las noches.
Cuando el baño es el “mimo” diario
Después de una jornada realmente agotadora lo único que piensas es en llegar a casa, quitarte los zapatos y el traje y sumergirte en la tina. Si es con espuma y sales, mejor. Muchas culturas ancestrales indican que los baños sirven para limpiar y purificar tanto el cuerpo como el espíritu.
Civilizaciones, pueblos y religiones instaban (e instan todavía) a las personas a bañarse antes de entrar en un templo o realizar ciertas actividades.
También los médicos aconsejaban a los pacientes darse un baño para aprovechar sus propiedades curativas. Si bien esta actividad tiene como objetivo principal quitarnos las impurezas y suciedad, nos sirve para:
- Elevar la frecuencia cardíaca.
- Incrementar la temperatura del cuerpo.
- Dilatar los vasos sanguíneos.
- Movilizar el ácido láctico acumulado en los músculos.
- Disminuir el dolor muscular.
- Reducir la presión sanguínea.
Tomar un baño tibio cuando regresamos a casa puede ser uno de los mayores placeres que existe en el mundo. Para algunos ese momento en el que no suena el móvil ni se escuchan las noticias no “cuenta” como baño.
Puede que varias horas después vuelvan a ducharse y a lavarse. No obstante, eso no es lo recomendable si queremos gozar de una buena salud dérmica y general.
Entonces, ¿a qué hora me baño?
En uno de los laterales del cuadrilátero están los que se dan una ducha por la mañana y, en el otro, los que prefieren los baños nocturnos. Te contamos por qué deberías elegir una opción y no la otra según ciertos factores.
Dúchate por la mañana si:
- Te cuesta levantarte por la mañana.
- Tardas en despertarte o activarte.
- Te levantas cansado.
- No puedes afeitarte bien de mañana.
- Tienes la piel grasa.
- Eres muy madrugador.
- La ducha por la noche te desvela.
- Tienes problemas para conciliar el sueño.
- Sudas mucho por las noches (aunque sea invierno).
- Cenas copiosamente.
- Te acuestas justo después de comer.
- Trabajas en una oficina.
- No haces ejercicio.
- Sufres mucho de calor.
- Por el contrario, decide bañarte por las noches si:
- Te levantas minutos antes de irte al trabajo.
- Te cuesta mucho levantarte temprano.
- Tienes la piel seca.
- Usas maquillaje o cremas diarias.
- Llegas a casa muy cansado.
- Precisas relajarte o calmarte.
- Sufres de dolores musculares en los hombros y el cuello.
- Estás bajo mucha presión o estrés.
- Tienes un trabajo que te exige mucho físicamente.
- Haces ejercicio todos los días.
- Usas el transporte público o la bicicleta para moverte.
- Te encargas de las tareas domésticas por la noche.
- Trabajas en un ambiente con contaminación (como fábricas, talleres o vía pública).
- Estás en contacto con gérmenes y virus (médicos, enfermeros, etc).
- Llegas con mucho calor a casa y necesitas refrescarte.
- Sudas durante el día.
- Es verano.
- Eres un obsesionado de la limpieza y no concibes dormir sin quitarte los gérmenes.
Por lo tanto, no importa tanto a qué hora te bañas, sino hacerlo según tus características propias y tus necesidades.
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